“Que
duro es morir clavado, en un muro de agonía.
Ir quemándose las plantas, sobre losas de cal fría.
Sentir granada la sangre, trigo rojo sin espiga.
Y un portazo de recintos, siempre contra las pupilas”
Ir quemándose las plantas, sobre losas de cal fría.
Sentir granada la sangre, trigo rojo sin espiga.
Y un portazo de recintos, siempre contra las pupilas”
La
cárcel.
Las
cárceles no son y no han podido ser otra cosa que el reducto
contingente de todas las expresiones de dominación que se han
forjado en esta sociedad. Las prisiones son el mecanismo que
neutraliza todas aquellas expresiones que son inherentes al actual
sistema de relaciones humanas y que está básicamente basado en la
subordinación del individuo a las mercancías o, por igual, a una
moral que para nada ha sido aplicada a todos los componentes de la
sociedad por igual y que ha sido impuesta a través de los años por
medio de la fuerza o la coacción moral.
El
aislamiento y el exilio ha sido una de las estrategias usadas por las
sociedad para evitar que individuos que presentan conductas negativas
en lo social atenten contra el resto de los componentes del
entramado. Sobre todo si estos atentados van dirigidos a
desestabilizar las relaciones que sustentan la cadena entera de
producción de bienes o los privilegios de una pequeña clase
dominante.
Podemos
decir, sin temor a equivocarnos, que las prisiones han servido como
alambrado de púas que separa a quienes no se adaptan a un conjunto
de normas sociales que sitúan la propiedad privada como pilar
fundamental del modelo económico y de la ideología predominante
frente a quienes si lo hacen . Serán las cárceles entonces
mecanismos efectivos para proteger el actual orden de las cosas.
¿Quienes
son los presos?
Como
cabría esperar entonces tenemos que el grueso de la población
penitenciaria provienen de un estrato social que no ha tenido acceso
a recursos en la misma manera que otros componentes de la sociedad y
que no manejan las herramientas emocionales o cognitivas para
desarrollar alguna actividad laboral que les provea de estos recursos
y en caso de poder realizarla, por lo general son actividades
económicas que no se encuentran dentro del marco de la legalidad
actual.
Y
si bien es cierto que estos factores suelen estar presentes en
aquellas personas que pertenecen a los grupos marginados de la
sociedad, basándonos en las mismas relaciones sociales, podemos
prever que muchos sujetos no solo responden a necesidades materiales
como la adquisición de dinero para resolver su precariedad. También
existen en las prisiones elementos criminales que mas allá de haber
crecido en condiciones económicas precarias con frecuencia
reproducen conductas antisociales que imitan a aquellas que son causa
innegable del actual sistema de desigualdad y opresión que los
convirtió en sujetos “antisociales” o simplemente desarrollan
conductas violentas. Este grupo es una minoría. Al igual que
aquellos que se ven privados de libertad por razones netamente
políticas. Dejando claro por supuesto, que aquellos que infringen
las leyes de la sociedad son o serían identificados como presos
sociales, los otros, los segundos, serían los presos por ideas o
actos relacionados con ideas políticas expresamente dicho como tales
o adheridos a las corrientes.
Leyes
y crimen.
Esto
trae a discusión y reflexión los limites o la separación de cuales
son las conductas aprobadas por esta sociedad y del porque no son
aplicadas pragmaticamente sobre elementos que actúan de esta manera
también y que de manera alguna sufren, ni sufrirán jamas privación
de su libertad. Hay negocios legales como la venta de minas
anti-personas o la minería a cielo abierto, negocios ilegales como
vender musica pirateada o las pequeñas minas en el amazonas
venezolano. Drogas legales como el alcohol y el café, drogas
ilegales como la marihuana o la cocaína. Trabajos dignos como el de
prestamista o los banqueros, trabajos ilegales como los vendedores
ambulantes y la prostitución.
El
código moral de la sociedad ha establecido esto por medio de las
leyes y de ahí debe partir una de la critica que no puede faltar en
los análisis que se hacen sobre la prisión bajo una óptica
libertaria. Las leyes son ni mas ni menos que la super-estructura que
sostiene las decisiones tomadas por una minoría y que ha sometido a
las mayorías por medio de la fuerza, la ignorancia y el engaño
durante mucho tiempo creando una sociedad donde los valores
culturales y la lógica del sistema capitalista se hacen uno para
definir al sujeto político de la era moderna.
Algunos
datos.
Hay
algunos datos datos interesantes que muestran como los porcentajes de
presos varían con respecto a la legislación que cada país o cada
estado aplica. Así tenemos que países como USA tiene 1 de cada 4
presos del mundo o el 5% de su población enfrenta algún tipo de
problema legal relacionado con las restricciones de la libertad. Esto
era para el año 2009; la cantidad de 2,300,000 privados de libertad.
Le sigue China, que
cuadriplica la población norteamericana y tiene 1,600,000 presos sin
contar con aquellos presos “administrativos” que forman parte de
la disidencia política. España
tiene uno de los porcentajes de presos más altos de Europa. Entre
1980 y 2009, se ha cuadriplicado la población penitenciaria. En algo
menos de 30 años, España ha pasado de tener una población reclusa
de 18.583 personas en 1980
a 76.771 personas presas en noviembre de 2009. Sin embargo, el número
de delitos no aumenta. El
caso que nos ocupa, Venezuela, cuenta con casi 46,000 presos. Y en
contraposición a las cifras españolas tenemos un crecimiento en
cuanto a las actividades delictivas.
¿Funciona
la prisión?
Las
prisiones tienen varias funciones. Y lo cierto es que cada una de las
efectividades atribuidas a estas funciones son desmontables
fácilmente con una simple recopilación de números oficiales o
datos ofrecidos por las ONGs que trabajan estos temas.
Los
índices de reincidencia, el freno a las actividades criminales por
medio de la disuasión o el miedo a caer preso, la reinserción en la
sociedad y el arrepentimiento sobre el crimen cometido son pruebas
del fracaso del aislamiento sistemático como soluciones a estas
conductas penalizadas en la sociedad actual. Y esto sin mencionar que
no es necesario cometer un crimen para ir a prisión una temporada,
véanse los miles de casos de retardos procesales.
Mientras
tanto, no solo es que crezca la frustración dentro del penal
mientras se cumple la pena si no que esos ambientes degradantes
llevan a la deformación total de las personas haciendo las veces de
escuela de odio o escuela del crimen. Sin ninguna garantía que
alguien que pasa por la prisión debe arrepentirse por el crimen
cometido.
Venezuela
en el 2009.
Según
el Observatorio Venezolano de las Prisiones (OVP) el 90 % de los
reclusos que abandonan el penal reinciden. Y por lo general podemos
predecir que las condiciones en las que se comete el crimen de
reincidencia pueden ser por lo general mas violentas. Esto debido a
las condiciones y la experiencia de aislamiento con otros reclusos en
zonas hacinadas y deshumanizantes.
A
pesar del discurso sostenido desde el ministerio de las Prisiones se
puede constatar que las prisiones han por el contrario de lo que
cabria esperar, empeorado. De hecho una de las cifras mas
preocupantes es aquella que indica que casi el 70% de las muertes en
Venezuela durante el año 2009 son muertes ocurridas en prisión.
Según
estadísticas de esa ONG, en Venezuela 45.508 personas están presas.
Al menos 28.400 no han recibido sentencia firme, lo que representa el
65% de la población penal. El 45% tiene menos de 25 años y 56,7%
forman parte del estrato IV de la sociedad. Mas del 50% de la
población penitenciara pertenece a un estrato donde el sustento de
cada día no esta asegurado, en otras palabras, no tienen una
situación laboral estable. Y una vez llegan a prisión son
mantenidos por el Estado venezolano a razón de 9 BsF por día/preso.
Cifras del OVP para el año 2009.
Como
vemos en estas cifras la prisión en Venezuela padece de una
inoperatividad en lo que se refiere a la administración de justicia
por lo que cabria esperar que como método para reinsertar a las
personas en la sociedad de nuevo, sus resultados serian igualmente
caóticos. Y de hecho los son.
Retardo
procesal.
De
estas cifras anteriores podemos ver que muchos de los presos no han
recibido una sentencia. El retardo procesal y la ineficacia del
sistema judicial mantiene a muchas personas injustamente encerradas.
Sin embargo hay que entender que exigir al Estado la “correcta y
eficaz” ejecución de la administración de justicia pasa por
admitir o reconocer que esta justicia injusta o justicia burguesa
debe ser aplicada con mejoras en vez de erradicada.
Esta
postura no debe ser limitante a la hora de acompañar a los
familiares de quienes se ven en esta terrible situación ya que
sabemos y entendemos que muchas de las personas que se encuentran en
retardo procesal son inculpadas por crímenes que no han cometido,
sin pruebas, inculpándolos por la incapacidad de los organismos de
seguridad del Estado a establecer quienes son los verdaderos
culpables ya que la mayoría de las veces son estos cuerpos los
administradores del crimen.
En
cualquier caso, el retraso procesal deja claro la total incapacidad
del estado para resolver problemas que ellos mismos han inventado ya
que de ellos dependen los protocolos para ejecutar sentencias y demás
castigos. Esto ultimo es un argumento a tener en consideración ya
que el Estado y el capitalismo son los responsables directos de las
condiciones que dan lugar a las cárceles y a su vez se mantienen así
estos dos entes. Entonces, las relaciones de poder que dan lugar a la
desigualdad necesitan de ambas situaciones ocurriendo al mismo
tiempo; crimen que justifique la cárcel y cárcel que mantenga el
crimen.
Los
administradores del penal.
Como
mencionamos anteriormente existe una porción de los presos que
forman parte del entramado que controla el propio penal una vez
recluidos en el. Los funcionarios que custodian las prisiones, en
clara ventaja con respecto a los reos pueden articular la
administración de privilegios dentro de la prisión. Para nadie es
secreto que dentro de prisión se consiguen beneficios, armas, drogas
y hasta salidas o pernoctas no previstas en las normativas internas.
Esto da como resultado una nueva cara del negocio penitenciario, ya
que mas allá de los antiguos actores como son el fiscal, el juez,
los abogados etc... que todos viven de administrar justicia ahora
debemos incluir aquellos que atienden las peticiones de quienes desde
dentro de la prisión tienen mas recursos y reclaman mejoras para
ellos o para sus compañeros de banda dentro del recinto.
El
resultado es la para-administración de los penales con la aparición
de un nuevo escalón dentro de la jerarquía carcelaria con los
pranes apoyados o enfrentados entre ellos y a los funcionarios u
otros organismos del Estado que pretenden recuperar el control de la
prisión. De ahí que a cada tanto el Estado deba acceder al penal y
retomar el control. Muchas veces reemplazando funcionarios y guardias
sin garantía alguna de que al cabo de un tiempo se repita la
situación de no control por parte del estado.
Cabe
preguntarse aquí si son los pranes el producto de solo estas
negociaciones entre presos y funcionarios o si surgen como defensa
por parte de los presos frente a las agresiones que se dan de parte
de los funcionarios y guardias o reclusos contra otros reclusos que
aun dentro del penal resultan una molestia para quienes pretenden el
control sobre el mismo y su para-administraron. Es pues, una
competencia por el lucro que resulta de controlar las actividades
económicas dentro del penal.
Nosotros
y las prisiones.
Las
prisiones son el producto de la sociedad. Una sociedad de desiguales
no puede tener otro resultado que la desigualdad y es por ello que
debemos ser contundentes cuando analicemos las causas y las
consecuencias de las priones. Y debemos decirlo claramente; Las
prisiones son consecuencia del capitalismo e indefectiblemente forman
parte de las políticas estatales, de ahí que el abolicionismo haya
sido, aunque no exclusivamente, consigna de varios autores
libertarios.
Por
ello las criticas o las acciones no pueden centrarse en una reforma
humanitaria de las prisiones ya que sus causas, el capitalismo y el
Estado; no son reformables. No hay una cara humana del capitalismo
por ello no habrá una cara humana de las cárceles y mucho menos si
esos mecanismos de reinserciones están basados en el aislamiento o
el exilio.
De
aquí podríamos preguntarnos entonces que proponer mas allá de la
critica a las causas que la originan. ¿Cual puede ser el papel de
nosotros frente el régimen de aislamiento y deshumanización? Donde
podemos llevar a cabo acciones que de una manera u otra desenmascaren
el discurso de quienes desde el poder intentan ofrecer soluciones y
que como hemos visto en el caso de Venezuela esas soluciones no van
acompañadas por la coherencia entre el discurso y sus acciones. Y
los 60 muertos de Uribana son claro ejemplo, entre tantos otros.
Si
el capitalismo se mantiene intacto es imposible pensar en la
desaparición de la lógica carcelaria, por mucho que se pretenda la
humanización de las prisiones. Cuando mucho se conseguirán unas
mejoras, y que seguramente los presos y sus familiares agradecerán,
pero esto no pone fin al problema.
Una
manera de apoyar a estos movimientos sociales que los conforman los
familiares de los presos/as son articulando redes de apoyo o
adhesiones desde lo individual a determinadas luchas con determinados
presos. La red de apoyo puede cubrir hasta donde sus medios (los del
grupo) le sean posible, aun a riesgo de caer en asistencialismo. Y
siempre valorando donde se enfocan las fuerzas y las energías de
grupo de apoyo.
Antes
se pueden identificar o tipificar los tipos o las razones que llevan
a la gente a delinquir pueden ser varias y todas ellas producto de
las relaciones sociales y económicas que atravesamos pero en vista
de que nuestros recursos son siempre limitados y que quizás pensemos
no todos los presos se merecen la misma atención.
Sabemos
que la mayoría de los presos son personas que cometieron delitos en
contra de la propiedad y aquí quizás deba considerarse si el robo
surgió como respuesta a las condiciones de precariedad a que se ve
sometido el sujeto y sus familiares. La imposibilidad de proveer
alimentos o de pagar deudas puede llevar a cualquiera a cometer un
acto desesperado con consecuencias no previstas como el homicidio de
un efectivo policial o un vigilante de seguridad privada. Igualmente
los homicidios no culposos.
No
así se considera defender a servidores públicos o funcionarios que
hayan incurrido en robo con el fin de enriquecerse a costa de
nosotros. Estos últimos son enemigos de clase por definición y no
merecen mas consideración que la que les arroje su abogado pagado
con dinero que proviene de la corrupción y la desigualdad que creo
toda esta situación. Narcos, militares, funcionarios públicos
corruptos y explotadores del trabajo ajeno no merecen ningún
esfuerzo según quien escribe. Todos estos son representantes del
peor crimen de todos, el crimen de Estado y sus complices el
Narcotráfico o la trata de personas.
Los
presos políticos son presos que cuentan con el apoyo de muchos
grupos de apoyo a presos y aquí viene bien hacer el siguiente matiz.
Por lo general se decide no apoyar a presos que formen parte de
proyectos políticos basados en ideas que que promuevan valores como
la superioridad racial. O aquellos servidores del Estado o del
gobierno, pasado o presente, que hayan incurrido en actos que
perjudiquen a la sociedad. Asesinos de masas son, y desgraciadamente
serán, altos funcionarios de gobiernos aun auto-proclamándose
revolucionarios.
Queda
a elección del grupo de apoyo a presos establecer cuales son los
grupos políticos beligerantes contra el orden vigente y que
realmente desbaraten las estructuras de la lógica Estado-Capital o
se reivindiquen a favor de valores humanos. Son distinciones que le
corresponde a cada grupo desarrollar ya que muchos grupos políticos
se ven sometidos a declarar objetivos militares a enemigos según se
opongan a las decisiones tomadas por sus mandos bajo condiciones de
conflicto belico. Es por ello que muchos grupos piensan y definen que
el móvil del crimen o delito debería estar motivado a cambios
radicales en el entramado político social y económico.
Los
presos por agresiones relacionadas al genero o a conductas
homofóbicas merecen una reflexión. Estos delitos llevan acuñada la
violencia que la sociedad patriarcal ejerce sobre las mujeres y
homosexuales. Por lo tanto la critica debe apuntar claramente a
acabar con ese prejuicio y esas ideas que ejercen violencia sobre el
genero femenino y los homo/transexuales. La violencia sobre las
sexualidades no convencionales y las relaciones de poder basadas en
el genero es la desencadenante de estos crímenes donde por mucho son
los hombres sus mayores ejecutantes.
Muchas
mujeres cumplen penas por asesinar a a quien en vida les asesinaba
lentamente o en determinada situación no les quedo mas alternativa
que defender su vida asesinando antes a sus verdugos.
Mucha
gente, al escuchar hablar de cárceles se pregunta inmediatamente que
hacer con los violadores y agresores sexuales. Si embargo hay que
repetir aquí que estos casos no son ni por asomo el grueso de la
población penitenciaria y necesitan de mucho trabajo y atención
especial si se quiere en verdad la reinserción o rehabilitación.
Y
de aquí viene lo que significa para quien escribe parte de la
propuesta con que se debe enfrentar el tema carcelario y de la
rehabilitación de conductas antisociales, que quizás debemos
admitir que aun en la mas perfecta de las condiciones económicas y
sociales aparecería.
Entonces,
alguien ha cometido un acto de violencia que perjudica a alguien en
nuestro alrededor y la comunidad decide no encerrarle pero le pide
que se marche. Quizás lejos no agreda de nuevo a quien ya agredió,
pero sin una reflexión en torno a sus actos es muy probable que los
repita en algún otro lugar y justamente esa no es la reinserción ni
la rehabilitación.
La
reinserción y la rehabilitación debe ser un compromiso de toda la
sociedad pero, ¿estamos preparados para reinsertar sin aislar, sin
exiliar? ¿Disponemos de todas las habilidades técnicas y
pedagógicas para dedicarnos a orientar y rehabilitar a quienes de
alguna manera lo necesiten?
De
nuevo la respuesta no escapa a las causas que originan las prisiones.
Hoy
en día tenemos muchas personas con la capacidad de responder a esto.
Nadie ignora las cantidades de jóvenes que aun estudiando ramas de
la ciencias como la psicología o el trabajo social se deben dedicar
a trabajos mejor remunerados o simplemente otros trabajos. Y sin ir
tan lejos tenemos muchas personas que absorbidas por el empleo
podrían prestarse a estas tareas con la mas sincera de las
vocaciones. Los propios familiares de los presos seguramente se
involucrarían y contribuirían con el proceso. Y quien no se lo haya
planteado debería de empezar a preguntarse si el cambio de la
sociedad no pasa por aceptar cierta responsabilidad para con el
colectivo, con el fin de que este colectivo se pueda desprender de la
violencia que genera el despojo de bienes o dinero. Mas si esto
involucra el uso de las armas de fuego para acceder o conseguir
aquello que les ha sido privado.
Quien
escribe piensa obviamente que si. Que tenemos todos los instrumentos
para recuperar a las personas sin privarles de su libertad. Y es solo
si para ello tenemos la alternativa de llevar nuestras vidas fuera de
la lógica de la producción de mercancías, consumo desmedido, o del
capitalismo en si.
Una
sociedad donde se eliminan estas causas que generan el crimen no
necesita un ejercito de funcionarios de la cárcel, necesita como
mucho algunos grupos de gente organizada y realmente preocupada por
los suyos propios y que disponen del tiempo y los recursos
suficientes para realizar estas labores. Y el tiempo ya no será
dinero.
Para
aquellos irremediablemente crueles, para aquellos que de alguna
manera solo buscan la sumisión de los otros, para aquellos que por
mas de mil veces les pedimos reflexión humana y no aceptaron y de
hecho sacaron provecho de nuestra buena voluntad y decidieron dar
golpe de nuevo.
Para
ellos tenemos preparada la guerra que termina con la guerra. Aunque
suene contradictorio.
vientosinfronteras@gmail.com
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